Ya que es el estado africano más accesible desde Europa, Marruecos cautiva a una clientela muy variada. En Marruecos, la naturaleza está al alcance de todos: desierto, montaña, valle o mar serán el deleite del viajero.
Los senderistas disfrutarán explorando las cimas marroquíes. Por su parte, en los lagos abundan las truchas para los amantes de la pesca y para los más deportistas les aguarda el incomparable Medio y Alto Atlas a pie, en mountain bike o parapente.
Nada mejor que una estancia en el desierto, en dirección a Ouarzazate para apreciar su inmensidad. De noche, se puede dormir en una jaima en el desierto, en un albergue en la montaña o una casa rural. Además puede incluir en su viaje a Casablanca, una metrópolis de contrastes marcada por una amalgama arquitectónica donde se combinan construcciones modernas y la antigua medina.
Hacia el norte se asienta Rabat, donde modernismo y las costumbres van de la mano. En tanto que la región central se aconseja recorrer Erfoud y Ouarzazate, pasando por el valle del Dades.
Indudablemente no querrá perderse de visitar Marrakech, la ciudad ocre imperial que ha dado nombre al país.